martes, 24 de diciembre de 2013

...mejor no preguntes.

Dimos un repaso a los canteros sembrados "mirando con ojos de ver",  luego cortó unas plantas que parecían no ser de la huerta y nos las llevamos a la sombra de la pared junto a la alberca. Allí estaba su piedra, yo me senté en el caño de riego.
Acariciaba y alisaba las hojas recién cortadas. Yo siempre estaba con que cambiara de variedad de habichuelas,  que su navaja ya era demasiado vieja, que la chaqueta en verano era mucha ropa, y sobre todo que el día entero allí solo era demasiado aburrido.
Me miró con condescendencia y me dijo que a los hombres hay que quererlos, respetarlos y mirarlos desde cierta distancia, para así poder temerlos con cariño y prudente cercanía. Entonces entornó los ojos y me contó una muy corta historia que jamás olvidé.

-En el pueblo de al lado, cuando entraron los militares, mandaron a un joven retrasado a recibirlos con la bandera contraria, lo peinaron y vistieron bien, él estaba dando saltos de alegría por la atención recibida y así se encaminó a su muerte. Alegre y seguro de que sus vecinos lo querían y cuidaban de él. Desde entonces el  pueblo quedó en silencio sin su redoble  de tambor imaginario y su descalzo paso marcial.

No me atreví nunca a preguntarle nada, ningún detalle de qué papel tenía en esa historia.
Fumamos el matute que tan mal me sentaba, me mareaba casi hasta vomitar, ese tabaco que sembraba y secaba era dinamita comparado con el Royal Crown que yo usaba, pero esa tarde lo fumé con ansiedad hasta casi no poder levantarme del caño.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Todo importa y es importante

"Es una pena, con los años que lleva viviendo y habiendo hecho solo bien. A nadie le interesa, nadie se para para ver si puede curarle la herida. El mundo va cambiando pero no la indiferencia de la gente que pasa delante de el, así durante varias generaciones." Quiso decir pero no dijo.
 Cogió unas ramas de romero verde, jara, lavanda y algo más. Les prendió fuego y ahumó y flameó toda la herida hasta ponerlo todo bien tiznado. Arrimó unas piedras e hizo barro para lapidar y asfixiar la enfermedad. Fue un trabajo concienzudo y casi amoroso, no igualó con la superficie sino que lo dejó unos centímetros atrás. Cuando todo quedó bien tapado volvió a flamear la superficie del barro para secarlo y darle un precario cocido-endurecimiento, sacó de su talega una botellita de aceite y se la roció por toda la superficie para impermeabilizar y ahuyentar bichos. Sin distracciones nos fuimos fumando uno de los suyos por la calleja, a su paso.


Desde el alto nos volvimos para ver el magnifico porte del alcornoque que acabábamos de intentar sanar y que los años me confirmaron como éxito. Crecía cerrando el quiste de barro y piedras en vez de seguir ahuecándose, pero él ya no lo vio.
 Todo en él era demasiado lento para mí, demasiados achaques, pero me asombraba su fortaleza física. Cuando lo veía,lo saludaba y esperaba cerca (pero no mucho) su reacción, si quería o no mi compañía. Durante años estuvo muy huraño pero, o por mi insistencia o por el interés que ponía a sus historias o por que se hizo mucho mas viejo mientras yo insistía...; al final cada vez me contaba más cosas y lo acompañaba a más paseos.Me dejó un gran legado de historias que espero no olvidar y os iré contando.

Camino para la union de toda la energia

Aunque la traducción mas literal de Hapkido sería  Unión, Energía , Camino, me llena mucho mas la que he usado para titular este texto.
El Hapkido como toda arte marcial consta de unos valores que se le presuponen en pro del bien y el provecho de los hombres, este ha sido tema de debate en miles de libros y artículos. He leído muchos de ellos y su coincidencia con mi pensar  es absoluta, por lo que parece que es muy repetitivo hablar de las mismas cualidades de este arte si no puedo decir nada más ni mejor. No hablare de su historia, origen, filosofía ni nada que implique conceptos o vivencias analizadas desde lo racional y que pertenezcan a terceros; serán unas palabras desde los sentimientos y puramente experienciales.

Muchas de las palabras que pretendo usar las he aprendido mucho después de estar en esta disciplina y vienen de los maestros espirituales de todo el mundo, pero tiene sentido ya que al internarme en el Zen he comprendido mi experiencia en el Hapkido.
Por la cantidad de presencia y doma corporal que requiere se acerca a las duras sentadas del zen. Si te sales de tu centro pierdes el control, la mente toma las riendas e intenta sacarte del ejercicio o el cuerpo te da motivos para salir del ejercicio. Hay alguien dentro de mi que no quiere tanto presente liberador y pretende seguir con su cansina y repetitiva sucesión de pensamientos pasados y futuros.
Al entrar al ejercicio dejas lo que crees que eres en el vestuario, todo lo que crees que te configura no sirve aquí, y es duro ya que hasta tu cuerpo en su tamaño y aptitudes es cuestionado, puede ayudar algo pero no es lo importante. Tu cuerpo es una herramienta para que otro realice su práctica y un muy desobediente ejecutor de tu práctica
No es el fin el que me mantiene en el ejercicio tampoco, porque es tan largo el camino que para no desfallecer solo puedo caminar un paso, un paso, un paso....Es tan grande y complejo el camino porque el enfrentamiento es con el enemigo interno. Antes de que se confíe de que conoce una serie y se instale en su control tiene que vérselas con otra nueva en la que es un aprendiz.
 Solo desde el sentimiento de que el camino es la meta soy capaz de poner el tesón y la constancia necesarios para practicar, voy al ejercicio sin pretensiones, todo puede pasar y será bienvenido. Cada ejercicio como si fuese el primer día de practica, y para eso es necesario hasta olvidar lo del día anterior, no intento memorizar nada, la práctica hará su trabajo sin necesidad de lo racional. Ni pasado ni futuro, respiración, concentración y hapkido.
Es muy duro no salirte del ahora, con rapidez estoy mirándome desde el registro del apego, querer subir de cinturón, compararme con los demás, buscar la aprobación del maestro. En resumen, trasladar al ejercicio los valores que tanta infelicidad nos crean fuera,  y así convertirlo en otro sistema más que controlar. Y si no es así ya tenemos la frustración, el desengaño y los juicios. La felicidad me llega con la práctica desinteresada, estar más atento a quien puedes ayudar que a ti. Es por tanto una forma de vivir, no de entender, dominar y actuar en la vida.
Los tres principios del Hapkido son: 
Yu o principio del agua, la no resistencia, flexible, fluida y cambiante.
Won o principio del circulo, la energía que se nos enfrenta es desviada y dirigida en la dirección deseada.
Wua o principio de la armonía, armonía entre suceso y respuesta, entre cuerpo, mente y espíritu. 
Mi aspiración como practicante es que estos principios dirijan mi vida todo el tiempo, por eso pienso que es una forma de vivir lo que se busca, no la faceta tan perecedera y bella que es la parte marcial de este arte y que se desvanece con cualquier enfermedad del cuerpo.
En un principio pensaba que eran baños de humildad los que recibía , pero ahora pienso que es de realidad de lo que te llena el hapkido. Te coloca muy cerca de lo original y te hace ver el espacio físico-temporal que ocupas. Al enfrentarme a la fragilidad del cuerpo y la mente voy cayendo en la cuenta de que lo que soy está muy lejos de los apegos de lo que creo ser o necesitar.
Nada de esto me habría sucedido sin el maestro, sin él el camino se difumina. Hace falta gran experiencia y dedicación para poder tender la mano a los demás, su conocimiento de las técnicas y sensibilidad para captar la energía de los discípulos lo hacen un ejemplo a seguir. Honradez sin paternalismo, lo que es, es, pero sin dureza. No debe ser fácil, en mi caso ha visto todos mis demonios y fantasmas ( y lo que le queda al pobre..) desde la serenidad y comprensión. Su grandeza se ve reflejada en el grupo que le sigue, calidad humana a raudales, una representación de todos los sectores y edades de la sociedad actual con un punto de unión, él y su enseñanza.
Me gusta este camino, puede que haya algún día que hasta estas reflexiones no tengan importancia por su cotidianidad, que mi práctica sea más eficiente y que vea tan lejanos los cambios que ha provocado en mí el hapkido como lo ve el maestro.
Choi Young Sool murió octogenario en la práctica y desarrollo de esta disciplina, no dio por vencido al enemigo nunca.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El paso de las torcaces

Cuando era un niño todos los ancianos miraban al cielo y buscaban en el horizonte las señales de la madre,  el resto ya estaba inmerso en la vorágine de la nueva sociedad que se creaba y a la que no invitaron a las tradiciones ni el saber antiguo.
En este caso el oteo del horizonte es buscando los grandes bandos de palomas torcaces que venían del norte. Me impresionaba mucho todos los años, era un fenómeno de una fuerza que envelesaba incluso a los viejos que lo miraban durante horas y que solo en el ultimo momento del día interpretaban. Eran horas y días de contemplación de la grandeza de la madre.


 Con las palomas llegaba una gran reserva de comida asequible a todos; lo necesario para un invierno de escasez. Los bandos median kilometros y pasaban durante horas. Millones de animales en viaje oscureciendo el cielo. A los de la mañana se le prestaba la atención que se le presta al turista pues pararan lejos a dormir, cierta atención por si se le descuelga algún tropón y decide instalarse. A los de la tarde se los mira con los ojos del estómago, estos pararan cerca para alimentarse y dormir, por eso la observación no se hace desde la plaza del pueblo sino que hay que situarse en algún punto alto y estar atento.
Todo tenia un sistema de actuación, se cazaban cuando descendían a tierra y mientras se alimentaban, pero una vez se iban a las quedadas a dormir ya no se molestaban hasta que empezaban a volar por la mañanas para proseguir su viaje. Con las que se asentaban en la zona se actuaba igual.
Ya no hay movimiento migratorio  de ese volumen,en su zona natal han cambiado factores que determinan su existencia, accidentes nucleares, cambios en los cultivos, contaminación etc. En las zonas de migración las masacraron durante unos años sin control y se repitieron situaciones como en su origen. Lo tantas veces repetido en estas ultimas décadas.
Me he extendido mucho para lo que quería contar, que no es mas que un recuerdo de niñez en un pequeño pueblo, a la sombra de unas acacias (pitorras) centenarias. Sentados en un murete de ladrillo, unos viejos mirando el cielo y de reojo la carretera (casi carril) para no perderse los escasos coches que pasan. Palomas, gruyas, enjambres, agua, viento, sol, todo lo importante venía del cielo. Hombres formando parte de la vida, vida cuidando de ellos.
Asistieron a la tala de los árboles, a la sustitución de su muro por unos fríos bancos de hierro dulce, a la siembra de unos escuálidos arboles exóticos. Cambiaron de lugar para sentarse, aceptación de lo que traiga la vida, regocijo con el momento de las nuevas generaciones y sus cambios. Me interesaban todas sus batallas:
- Niño estos árboles que han sembrado no los veremos crecer ni dar sombra. Estas pitorras (9 o 10) que había aquí ya eran un lujo para este pueblo, las sembraron en otra época y cuando vino el hambre no sirvieron para nada, no daban comida ni calor porque no eran de aquí, seguro en su terreno tenían uso. ¡Cuanta hambre quitaron las higueras!
Y las encinas y las encinas. Respondía alguien.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Vas tarde

Habían pasado y conocido sufrimientos que no pertenecían a mi mundo, no entraban dentro de lo imaginable desde mis pocos años y corta experiencia. Por mas que me lo explicaban, con la paciencia infinita que les había regalado la vida no podía entender, pero ahora sé que calaron tan hondo en mí y provocaron tal extremecimiento interior que me impulsaron a la búsqueda.
Ahora caigo en la cuenta de qué es lo que buscaba y porqué, no sabía  hasta que no lo encontré. Lo encontrado da sentido a una búsqueda ilógica y sin rumbo, gracias a no conocer la pregunta pude ver la respuesta.
Eran personas normales, quizá un poco más buenas, pausadas y sabias de lo normal según mis ojos, todas coincidieron en ciertas situaciones que me marcaron.




Una de las que recuerdo con mas fuerza ocurrió así:
 Párate aquí niño que vamos a ver si hay espárragos ahí. Yo detuve el coche y nos bajamos, sabía que pocos espárragos iba a haber allí pero solía obedecerle porque las cosas nunca eran porque si. Empezamos a mirar al suelo y dar círculos y no se separaba de unas paredes ruinas de lo que yo pensé una pequeña cuadra o majada. Yo lo observaba de reojo pensando que en cualquier momento me sorprendería con alguna liebre o setas o cualquier cosa que aparecía como por magia.  No pasó nada, sólo su rostro normalmente impasible iba cambiando como si estuviera viendo cosas, alegres, tristes, rápidas, lentas.... sintiendo lo que veía entre aquellas piedras. Para mí sólo eran los restos de unas paredes en forma de rectángulo con no mas de quince metros cuadrados y lo que sería el hueco de una puerta.
Aquí no hay nada niño vamos pal Zumajo ya.  No dije ni mú, arranqué el coche y así nos fuimos, "a capella" porque con él no solía poner la radio, pero esa es otra historia. Pusimos las cañas, buscamos y encontramos espárragos, nos comimos el chorizo con pan, fumamos y nos fuimos.
A la vuelta me dice como si nada: Aquí viví cuando era un niño, pasamos mucho. Pero su cara ya estaba como siempre, sin rencor ni pesadumbre, si acaso algún rescoldo de miedo. Un miedo que no era suyo, era mio y de sus hijos, pero lo llevaba él. ¿Como podría yo entender?
Y es cierto que no entendí nada, pero sabía que algo había pasado y me removió. Mi búsqueda en la historia, tantos libros sobre el sufrimiento que nos provocamos los hombres, tantas horas entre sus pájinas... era por estos pasajes de mi vida sin explicación. 
No puedo hacer una descripción de este hombre pero su forma de vivir era aceptando todo y a todos, sin criticas y desde una comprensión del estado de los otros que le casi obligaban a estar para que los demás fuésemos.
 Hay otras historias anteriores a esta con personas mucho mayores y con mucho mas contenido de datos pero he querido contar esta primero en recuerdo de un gran maestro y compañero.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sentados en la era


Se sentaban a la sombra en verano, en invierno al sol. En las mismas piedras, lo tenían calculado y jugaban con las horas, todas las tardes el mismo protocolo; primero llegaban los mas viejos y ocupaban su lugar fumando un cigarrillo agarrados a su garrote. Iban llegando el resto desde las distintas direcciones, algunas breves palabras y al rato total silencio. Desde lejos se veían sus siluetas, podías saber quien faltaba por su lugar vacío, sentados con la espalda muy tiesa y los brazos hacia el garrote que salía del suelo entre sus pies. Siempre los conocí igual, en otro tiempo trabajaban en el campo, en la mina, habían estado en muchos sitios y habían vuelto a acabar sus días en la tierra donde descansaban sus padre,se conocían desde niños. Pasada al menos una hora empezaban como a despertar, se movían poco a poco estirando las rodillas y una mano a los riñones, al poco se alejaban con paso torpe por las callejas camino de sus casas. Los últimos en moverse podían quedarse un rato mas charlando. Cuando uno moría su piedra quedaba sola hasta que llegaba otro y la ocupaba, primero solo a charlar y fumar, luego al silencio.

                                                                                            

Los recuerdo bien, paraba con ellos y solo era un niño, mi sangre hervía con sus historias del pasado.Un pasado lleno de sumisión, desdichas y temores. No soportaba su mansedumbre. Solo ahora he sabido que hacían, habían tocado el saber antiguo como ellos decían. 
¡Hay tiempo...ya lo entenderás!. 

domingo, 1 de diciembre de 2013

Red de Indra

Hace unos días hablando por teléfono con mi hermana me sucedió algo distinto, mientras la escuchaba me vi reflejado en ella. En décimas de segundo visioné escenas de su infancia en las que yo (12 o 13 años mayor) la acompañaba, en sus exploraciones de las calles del pueblo, en los cercados cercanos a mi casa, ella sola y yo unos pasos detrás atento a observar y moderar sus emociones.Cuanto podemos influir en las personas solo con el acompañamiento, valor, fe, confianza, todo crece o mengua según el observador ya que lo miramos antes de decidir como nos sentimos. Me gustó mucho recordar esos pasajes de nuestra vida  y ver en la mujer que se ha convertido.
Por la tarde mientras acompañaba a mi hija a comprar cromos sentí un escalofrío al ver a mi hermana en mí,  su carácter modificó al acompañante, este que ahora en su madurez mira y sigue transmite a la niña que acompañó de adolescente. Mi hija también ha modificado a su acompañante, pero a partir del que modificó mi hermana. La vi en mi hija, hermana e hija muy parecidas, el acompañante que modifica dos veces modificado. Todos un reflejo de todos, todos creamos en todos.
Y por algún motivo recordé hasta algo que leí alguna vez y que he tenido que buscar porque no ponía en pié sobre la Red de Indra.
Eso es todo lo que os puedo mostrar, la idea, pero lo realmente mágico y maravilloso fueron las sensaciones, por su profundidad y realidad desbordantes de felicidad. La felicidad venía solo por la contemplación del momento, por haber podido recordarlo nada más.